El ejercicio regular es más que sólo actividad física. Esta es una forma única de mejorar tu estado de ánimo y tu autoestima al encontrar la armonía entre cuerpo y mente. El estrés diario, incluso de pequeña intensidad, puede cambiar nuestra percepción del mundo y nuestra actitud hacia nosotros mismos.
Durante la actividad física, el cuerpo libera hormonas especiales que crean una sensación de alegría y euforia. Este es el mecanismo de defensa natural de nuestro cuerpo que nos permite reducir los efectos del estrés. ¿Alguna vez has notado cómo después de correr o entrenar, el mundo parece volverse más brillante y agradable? Este es un efecto especial que ayuda a mejorar tu estado de ánimo, incluso si la mañana no comenzó perfectamente.
El entrenamiento también ayuda a desarrollar la disciplina interna. Las clases regulares en el gimnasio o al aire libre te enseñan a establecer metas y alcanzarlas gradualmente. Esto luego se traslada a otras áreas de la vida: comienzas a tomar decisiones con más confianza, a enfrentar desafíos y a sentirte más orgulloso de ti mismo. Al fin y al cabo, incluso el logro deportivo más pequeño es una contribución a la superación personal.
La actividad física tiene otra propiedad sorprendente: nos ayuda a estar en el momento. Cuando te mueves o te concentras en una tarea específica, tu mente se libera de pensamientos y preocupaciones innecesarias. Es un tipo de meditación que te permite centrarte en las sensaciones de tu cuerpo y sentir una conexión contigo mismo.
Además, la formación ofrece la oportunidad de abrirse al mundo. Estar entre personas activas y con propósitos inspira, crea un nuevo ambiente e incluso ayuda a encontrar amigos. Sentir pertenencia a algo más grande siempre eleva nuestra autoestima y nos ayuda a valorarnos. Por lo tanto, el entrenamiento no se trata sólo de aptitud física, sino también de fuerza interior, comodidad con uno mismo y alegría de vivir.